jueves, 11 de diciembre de 2014

V Maratón Cabberty Málaga 2015

07.12.2014


Los tres fieras al finalizar la prueba
 Amaneció el domingo, a las 6 de la mañana sonó el despertador y rápidamente salí de la cama y empecé a prepararme. Como en cada maratón, el día de antes había dejado preparada la mochila y toda la ropa que tenía que ponerme para no perder tiempo. Pero este maratón no era un maratón más, debutaba en Málaga, era mi primer maratón fuera de Sevilla y fuera del mes de febrero pero no me encontraba especialmente motivado. Me sentía raro, no tenía la sensación de ir a correr un maratón, no tenía el nerviosismo previo ni la confianza en poder hacerlo. Notaba cierta desgana que me hacía dudar de mi mismo.

Desayuné mis tostadas habituales y cambié el zumo de naranjas por un vaso de agua. El desayuno del maratón siempre procuro que sea el mismo de todos los días para no meter la pata. En la cocina me encontré con mi hermano y estuvimos repasando las cosas antes de salir por la puerta. Teníamos un paseo de unos 20 minutos desde el apartamento hasta la zona de salida, así que, a las 7.15 emprendimos el camino con más frío que otra cosa.

Cerca del apartamento teníamos el kilómetro 30 y estuvimos observando como ya estaban puestos los conos y las vallas para delimitar el recorrido. Me llamó la atención que no hubiera marcas en el suelo y se lo comenté a mi hermano. Por la tarde, nos llegó la información de la descalificación de los 27 atletas y me vino a la cabeza la conversación de las marcas en el suelo que había tenido con mi hermano. Si se hubiese señalizado bien no habrían pasado estas cosas. Unas marcas de color en el suelo no hacen daño a la circulación y en pocos días están borradas y, sin embargo, ayudan mucho a los atletas para hacer el recorrido correcto...

Conforme llegamos al Paseo del Parque ya mis sensaciones empezaban a cambiar, toda la zona estaba vallada y empapelada con carteles del Maratón y el gusanillo empezaba a entrarme. Nos dirigimos directamente a la Plaza de Toros para cambiarnos cerca del guardarropa y allí nos encontramos con Miguel. La temperatura había cambiado y el frío desaparecido. De hecho, ni siquiera usamos la habitual camiseta de calentamiento que luego tiramos al comenzar la carrera. Directamente nos pusimos nuestras tirantas y a correr. Con la charla se nos fue un poco el tiempo y cuando fuimos a entregar la mochila había una cola tremenda. Y lo peor es que apenas avanzaba. Creo que el sistema que usaron no es el más adecuado y se podría mejorar si ya en la bolsa del corredor se entrega la pegatina para que cada uno la llevemos puesta en nuestra mochila. Después de unos 20 minutos en la cola, entregamos nuestras pertenencias y nos fuimos calentando hacia la salida.

Visión de la Meta
Un poco despistados, al desconocer el sistema de control de dorsales en la salida, fuimos buscando el acceso a nuestro cajón (sub 3h15) pero no lo encontramos, así que decidimos saltar la valla y ponernos en un cajón cualquiera. Preparados ya para salir, incluido mi GPS que ya me había dado algún susto en alguna carrera, y comentándole a mi hermano que quería hacer toda la carrera a 4’30 a pesar de que con un 4’35 ya conseguiría el objetivo, un corredor nos llama la atención para indicarnos que nos hemos equivocado de cajón, que el nuestro es el de más adelante. Agradecidos nos abrimos paso y logramos llegar hasta el lugar que nos correspondía.

Y nada más llegar escuchamos al spiker anunciar la cuenta atrás. 10, 9, 8… Le deseo suerte a mi hermano y me concentro en mi carrera… 3, 2, 1. Se da el pistoletazo de salida y tardo 19 segundos en pasar el arco de salida. Ya estoy en carrera, hay que disfrutar al tiempo de cuidar todos los detalles para cumplir con éxito el objetivo. Han sido varios meses de duros entrenamientos y ahora hay que recoger los frutos, pero para eso hay que tener cabeza y no dejar nada al alzar.

Mi objetivo, el sub 3h15, lo veo asequible. Mi MMP son 3h16 y esta vez llevo un entrenamiento mucho más exhaustivo que entonces. Los primeros kilómetros de un maratón siempre son difíciles para encontrar el ritmo bueno pero hay que intentarlo. El primero lo hago a 4’30 y en ese momento veo que el banderín de las 3h15 me pasa como una gacela. ¿Qué está pasando?¿Cómo va tan rápido? Me olvido del banderín y sigo intentando encontrar un ritmo continuo, pero, a los pocos metros, veo que el banderín ha dado un parón y al rebasarlo le escucho decirle a otro corredor: “Es que el GPS me trae loco, voy a volver a mi sitio” Parece ser que el GPS le había jugado una mala pasada en el primer kilómetro y pensaba que iba más lento de lo que realmente iba. Esto fue un alivio para los que lo seguían y para mí también que veía que mi ritmo era el correcto.

Afrontando la recta final
En esta ocasión y por primera vez, hacía un maratón en solitario. Y no porque fuera solo que en una carrera con 3.000 participantes es complicado, si no porque no me acompañaba ningún compañero. Así que intenté encontrar un grupo para unirme a él y hacer más amena la carrera. Pero esto también requiere de cierta destreza y parte de suerte porque, con tantos corredores rodeándote, tienes que escoger a los que mejor se adapten a tu carrera sin saber que plan llevan ellos.

Ya en el kilómetro 2 me vi incluido en un grupo que me parecía idóneo porque íbamos marcando los kilómetros entorno al 4’27. Al llegar al avituallamiento intermedio del 7,5 el grupo se quedó descolgado y me vi unos metros por delante. Continué hacia adelante y me uní a otro grupo más pequeño que también llevaba un buen ritmo pero ahora ya más cercano al 4’25. En este punto veíamos a los primeros volver por la misma avenida en sentido contrario y me puse a buscar a Miguel que lo llevaba por delante. Le di ánimos y seguí en busca del kilómetro 8 que era donde se hacía el giro de 180º para volver sobre nuestros pies. De vuelta estuve pendiente para ver a mi hermano y tener una primera referencia de cómo iba pero no lo vi. Iría metido en algún grupo y no lo encontré con lo que empecé a comerme la cabeza pensando si se había podido resentir de su lesión y haberse retirado. Si esto hubiera pasado lo vería en torno al kilómetro 14 cuando pasáramos de nuevo por la zona de salida porque estaría animando.

Con estos pensamientos, los kilómetros seguían avanzando y el ritmo no decaía, de hecho, iba poco a poco en aumento. Las sensaciones eran muy buenas, podía ir más rápido pero tampoco se podía forzar la máquina. No me dolía nada, tenía la impresión de ir paseando e iba disfrutando de la ciudad de Málaga y, sobre todo, de su paseo marítimo que era lo que estábamos recorriendo. Al paso por el kilómetro 14 no vi a mi hermano así que me quedé más tranquilo pensando que no se había retirado y el ritmo ya se estaba instalando entorno al 4’23. A partir de aquí, me pareció la parte más bonita de la carrera hasta que llegamos al Martín Carpena donde el paisaje cambiaba radicalmente. En este tramo el grupo se fue rompiendo pero yo me mantuve junto a un corredor de Málaga que llevaba a un acompañante en bicicleta.

Mi hijo esperando a su papi
con la misma camiseta que él
La media maratón la pasé en 1h33’30 (a 4’26 de media), 2 minutos más rápido de lo que me había planteado, lo que me hizo pensar en la posibilidad de pagarlo más adelante. Pero los kilómetros seguían pasando y el ritmo se mantenía constante a pesar de que empezamos a encontrarnos algunos tramos más desfavorables por la pendiente y las rachas de viento en contra. Se aproximaba el kilómetro 30 donde me esperaba mi familia y ya me había quedado descolgado de este corredor. Me los encuentro de pronto y mi hijo se queda con las ganas de chocarme la mano pero está demasiado lejos y yo voy muy rápido. A partir de aquí afronté la carrera en solitario sabiendo que ahora empezaba la parte dura del maratón, ya no por el muro psicológico que supone el kilómetro 30 sino por las rampas que nos íbamos a encontrar por el camino.

Ver a mi familia me llenó de motivación y con la botella de Powerade que me dieron me dispuse a completar los 12 kilómetros restantes. Metros antes de llegar el 31 hicimos un giro a la derecha y, al levantar la cabeza, me vi un cuestón importante para subir al primer puente que teníamos que atravesar. Sería la primera de una sería de 3 ó 4 rampas. Aquí me di cuenta que llegar a Meta no iba a ser fácil aunque también sabía que tenía mucho margen de tiempo para poder relajarme en estos kilómetros. Pasado el kilómetro 31 entramos en una avenida con una pendiente constante que nos llevaría hasta el 34,5, lo que suponía, 3,5 kilómetros en subida constante aunque no muy pronunciada.

Estos fueron los kilómetros de más sufrimiento. Resulta cachondo que la parte más dura del perfil del maratón coincida con la parte más dura psicológicamente. Procuré no sucumbir y no llegar acotado arriba para poder recomponerme de vuelta, así que, me tomé con tranquilidad estos kilómetros situándome entre 4’50 y 4’55. Se hizo duro y largo y me iba distrayendo buscando a Miguel que tendría que pasar de vuelta. Nada más hacer el giro de 180º y notar la leve pendiente descendente volví a aumentar el ritmo para colocarme entorno al 4’40. y me puse a buscar a mi hermano que debía venir subiendo. Y esta vez sí que lo vi, le llevaba algo más de 2 kilómetro y me dijo que iba bien, lo que significaba que también iba camino de mejorar su marca.

Objetivo conseguido
Poco a poco fui estabilizando el ritmo aunque el cansancio era cada vez mayor. Pasamos junto al Estadio de La Rosaleda e intentaba distraerme sacando la mirada de la carrera y observando cada punto de la ciudad por la que pasábamos. Tanto fue así, que no me di cuenta cuando pasé por el kilómetro 38, lo que me supuso una alegría cuando me encontré en el kilómetro 39 y afrontando la entrada al centro de Málaga. Aun nos quedaba alguna rampa por subir pero ya tenía la mente puesta en la Meta. Al paso por el kilómetro 40 me adelantó un grupito que iba buscando bajar de 3h10 en el que uno comentaba que tenían que bajar de 4’20 los dos kilómetros que faltaban. Eso me hizo ver que estaba apunto de conseguirlo aunque el 4’20 eran palabras mayores. Aproveché la entrada en la zona peatonal para aumentar el ritmo y hacer el 41 en 4’21. No me lo podía creer, estaba sacando fuerzas de donde no las tenía.

Supuse que estaría cerca de la Catedral y levanté la mirada para ver si la veía y me topé con ella. Parecía que algo me había avisado para que no me perdiera aquella visión. De aquí a la calle Larios. Espectacular la calle Larios pero con el piso algo mojado daba la sensación de estar resbaladizo y eso me hizo volver a bajar el ritmo un poco ante el miedo a caer. Y ya he llegado a la recta final, al fondo se ve el reloj que marca 3h09, estoy a punto de conseguirlo, miro a un lado y a otro, mi familia tiene que estar cerca, veo a mi mujer moviendo los brazos y me acerco a ellos para chocarle la mano a mi hijo que no para de sonreír desde que ha visto a su papi.

Paso el kilómetro 42, el reloj de Meta marca 3h10, lo que me hace aumentar el ritmo para cruzarla en ese tiempo, y lo consigo. Acabo de mejorar mi marca en 6 minutos. Según el tiempo oficial, 3h10’50, según mi reloj 3h10’31, por los 19 segundos perdidos en la salida. Lo he logrado, no solo he hecho un sub 3h15 si no que me he plantado en 3h10. Un subidón me recorre el cuerpo, tanto esfuerzo ha merecido la pena y, al final, el alto ritmo de la primera media no me ha pasado factura, aunque la dureza de la segunda media se ha hecho patente.

Reponiendo líquidos en un chiringuito

de la playa de la Malagueta
Ahora es cuando noto el esfuerzo en las piernas, me duele todo, tobillos, gemelos, cuadriceps, en fin, todo. A duras penas voy recogiendo todo lo que nos tienen preparado agradeciendo a los voluntarios su trabajo. En la cola de los fisioterapeutas me encuentro con Miguel que ha hecho 3h03, ha mejorado su marca pero no ha conseguido el sub 3h00 que perseguía. Lo dejo allí y me paro a descansar en la última carpa que, casualidades de la vida, era la de cerveza Victoria. Aquí me siento compartiendo un barril con otro compañero y con la vista puesta en el reloj para darle tiempo a llegar a mi hermano que al final cruza en 3h23 consiguiendo su MMP.


Bonita ciudad, bonito circuito y buena maratón (aunque tiene cosas que mejorar) para volver cuando se tenga una nueva oportunidad. Ahora hay que descansar y pensar en la próxima, la Zurich Maratón Sevilla 2015.

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