Al final de la carrera |
En el ocaso del pasado sábado 20, cuando el sol desaparecía en el horizonte de la playa de Cuesta Maneli, se daba la salida a la I Carrera Nocturna de Matalascañas. La organización estuvo bastante bien, con muchos pros y pocos contras. Como mejoras para próximas ediciones se podría poner en la salida un equipo de sonido para que todos nos enteremos de las recomendaciones iniciales, porque los que estábamos junto a la orilla del mar no nos enteramos de nada, poner un par de avituallamientos en lugar de uno solo y añadir unas cajas de cartón tras los avituallamientos para poder depositar las botellas y no tener que tirarlas a la playa o, como hice yo, llevarla en la mano hasta la meta para no ensuciar. Los frontales que la organización incluyó en la bolsa del corredor fue un gran acierto porque me resultó de gran ayuda, sobre todo en la segunda parte de la carrera, para poder coger un carril bueno para correr.
Minutos antes de la salida nos encaminamos mi hermano y yo hasta la playa de Maneli donde nos encontramos con la sorpresa de que Jose, Juan Antonio, José Luis y Miguel también participaban en la carrera. Estuvimos charlando un rato y calentando por la orilla. En los días previos hice varios entrenamientos por la playa e intuía que sería dura la carrera y que el ritmo se vería mermado por las arenas, por lo que, no tenía grandes expectativas. Aun así, la arena estaba bastante más dura que durante mis entrenamientos y salí rápido. Le mantuve el ritmo a Juan Antonio y Miguel durante tres kilómetros pero, a partir de ahí, empecé a perder contacto con Juan Antonio.Mi hermano y José Luís se quedaron atrás para coger un ritmo más tranquilo y Jose ya estaba en la cabeza de la carrera. Miguel y yo continuamos juntos hasta el avituallamiento que estaba en el kilómetro 7 donde note que no me seguía. Miré varias veces para atrás pero, con la oscuridad, no pude verlo.
La mayoría de la carrera la hicimos por arena dura pegados a la orilla del mar pero, en varias ocasiones, nos desviaron hacia la arena blanda porque el mar se metía en la playa y nos podíamos quedar atrapados por el agua viéndonos obligados a mojarnos o volver sobre nuestros pies. En este sentido, la organización estuvo perfecta al poner una moto de la policía municipal avisando del desvío. Estos tramos fueron los más duros (kilómetros 7, 9 y 11), además, de la entrada a Matalascañas porque la arena ya se encontraba pisoteadas por los veraneantes que habían pasado el día en la playa.
Durante todo el recorrido pudimos disfrutar de un entorno inigualable, una playa sin igual, virgen, solitaria, sólo nos cruzamos con algunos pescadores, protegida por los acantilados del Entorno del Paque de Doñana y la luna llena reflejando su brillo en el mar. También fue muy emotiva la llegada a Meta con la congregación de público (familiares, aficionados y curiosos) que aplaudían con fuerza y soltaban gritos de ánimos a cada uno de los atletas que íbamos completando la prueba. Al llegar a Meta eché la vista atrás para ver a los corredores que aún venía corriendo y era muy vistoso y bonito ver las luces de los frontales acercándose por la playa hasta perderse en la lejanía. Así pues, la "Piedra" de Matalascañas fue testigo de una noche de ambiente deportivo extraordinaria.
En cuestión de tiempos, hice una carrera bastante aceptable. A pesar de no llevar unos entrenamientos muy continuos y del momento de la temporada en el que nos encontramos, terminé en 58'44" que haciendo la media con los 13 km. de la prueba me sale a 4'30" el km.
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